CRÓNICA
HISTORIA DE UNA TIERRA ARRASADA
GUATEMALA: ¡BIENVENIDOS AL INFIERNO!
Rafael Aceituno A.
Selva del Ixcán, Guatemala.-
Martín Francisco fue quemado vivo.
Su cuerpo torturado se convirtió en cenizas.
Murió a sólo dos horas y media de la frontera mexicana.
Martín Francisco tenía doce años.
Con él murieron catorce campesinos acusados de guerrilleros... Y en los árboles de la selva quedaron colgados catorce corazones humanos...
El ejército guatemalteco se los había arrancado.
En marzo de 1982 los militares iniciaron una pelea a fondo contra la insurgencia guatemalteca y sintetizaron en dos palabras el carácter de su nueva estrategia guerrera: tierra arrasada.
Entonces acabaron con las aldeas, llenaron la selva de aviones y helicópteros, obligaron a los hombres del campo a huir rumbo al Estado de Chiapas y propiciaron el surgimiento de grandes grupos defensivos: las Comunidades de Pueblos en Resistencia.
Y el mundo entero veía... Nada más veía.
AQUÍ DIOS NO EXISTE
Treinta y siete personas caminan por la selva del Ixcán. Quieren llegar a territorio mexicano y ponerse a salvo del ejército guatemalteco. No han comido y el calor es insoportable.
De pronto se detienen. Frente a ellos está una patrulla de Kaibiles. Los Kaibiles forman el grupo de élite del ejército y su lema es: Aquí Dios no existe... Las personas saben que van a morir y se hincan. Comienzan a rezar.
La tropa se acerca y decapita a los que rezan. Sólo dejan viva a una mujer embarazada. Los militares cuelgan de un árbol a la embarazada, le abren el estómago y le sacan el feto. Luego le introducen una de las cabezas desprendidas.
La noticia vuela por la selva y asusta a sus pobladores. El alto mando militar está satisfecho: sabe que una guerra no se gana sólo con balas sino también con el terror.
***
Dos mujeres guatemaltecas son capturadas por los Kaibiles a orillas del río Ixcán. Los militares interrogan:
-¿Quiénes son guerrilleros en tu comunidad?
-No sabemos, señor.
-¿No van a hablar?
-No sabemos, señor.
Los Kaibiles abren la boca de la primer mujer y le introducen una serpiente venenosa. La mujer empieza a convulsionarse y rueda por el suelo. Luego repiten la pregunta a la segunda:
-¿Quiénes son guerrilleros en tu comunidad?
-No sé, señor.
Los Kaibiles sacan otra serpiente...
Y la mujer suelta los primeros nombres que pasan por su cabeza. Tiempo después mueren fusilados sus hijos, su marido, sus hermanos y sus amigos.
Eran los nombres que ella recordaba.
***
Cerca de la base militar en Playa Grande, Departamento del Quiché, el ejército tenía un enorme agujero. Alrededor del pozo habían tres soldados silenciosos armados con cuchillos. Su misión consistía en abrir el pecho de los guerrilleros capturados y tirarlos agonizando al hoyo. Después les prendían fuego. Cuando las llamas se alzaban los soldados cantaban.
***
Seis cadáveres son encontrados a pocos kilómetros de Cuarto Pueblo, en la Selva del Ixcán. Los cuerpos están tirados a un lado del arroyo. Dos de ellos fueron asados con leña. A todos les falta la nariz y los testículos.
El día del hallazgo veinte familias abandonaron sus comunidades y se refugiaron en México.
En la selva el miedo crecía.
***
Un helicóptero artillado aparece en un claro de la selva y sorprende a ocho campesinos que cargan costales. Desde la nave un francotirador del ejército dispara a las piernas de los indígenas y los derriba.
Por una cuerda se deslizan dos Kaibiles e inspeccionan los costales en busca de armas. Unicamente encuentran elotes. Días más tarde los indios son encontrados colgados de un árbol. Les faltan los brazos y los pies. El resto del cuerpo está agusanado.
Los hombres asesinados pertenecían a la comunidad de Santa María Tzejá.
***
Tres aviones de la Fuerza Aérea Guatemalteca hacen una inspección de rutina. Los pilotos divisan una columna de humo negro que sale de la selva. Comprenden que abajo hay un grupo de gente que cocina sus alimentos. Entonces los aeroplanos comienzan a volar en círculos. A los pocos minutos sueltan una bomba. Luego otra... Y otra... Y otra...
Al día siguiente los habitantes de la aldea Mónaco descubren pedazos de cuerpos regados por todas partes. Encuentran dedos sueltos, cabezas partidas a la mitad, brazos, trozos de piel...
***
Una mujer logra escapar de la gran matanza ocurrida en Cuarto Pueblo y se interna en la selva. La acompañan sus cuatro hijas. La menor tiene un año de edad.
La mujer vaga sin rumbo durante tres semanas. Se alimenta de raíces y de alimañas. Mientras las niñas se van muriendo poco a poco. Un día llega agotada a la línea que separa a México de Guatemala. Pero un helicóptero del ejército guatemalteco la descubre y la mujer cae acribillada frente a Loma Bonita, municipio de Ocosingo.
Su cuerpo queda destrozado por las balas expansivas.
***
El ejército se prepara para una gran ofensiva contra la aldea de Mayaland. Los helicópteros trasladan a noventa elementos de tropa y a veinte Kaibiles.
El cerco funciona perfectamente y los militares entran al pueblo. Pero el lugar está abandonado. Los Kaibiles arrasan el lugar: queman las milpas, las casuchas... Destruyen todo. No queda piedra sobre piedra.
***
En Cuarto Pueblo dos hombres regresan de trabajar en las milpas. Se topan con una partida militar que anda en busca de guerrilleros. Los hombres alzan las manos y se entregan a la tropa. Horas después son encontrados crucificados en los árboles. Los zopilotes ya han devorado el rostro de los campesinos y nadie los puede identificar.
Sólo queda enterrar sus restos.
***
En la Selva del Ixcán opera la fracción más violenta de la guerrilla guatemalteca: el Ejército Guerrillero de los Pobres. A veces los insurgentes aparecen en las comunidades y anuncian:
-¡Vienen los Kaibiles! ¡Huyan!
Y los campesinos se internan en la selva dejando abandonadas sus pocas pertenencias.
Después regresan y vuelven a recibir el mismo aviso:
-¡Vienen los Kaibiles! ¡Huyan!
Así viven durante meses. Hasta que se convencen que sólo hay algo peor que el miedo: el cansancio de correr eternamente.
***
En ocasiones el Ejército Guerrillero de los Pobres ataca a las partidas militares que cuidan la entrada a la selva. Al terminar los combates grupos de Kaibiles recorren las comunidades en busca de información.
Por las noches secuestran a cinco o seis campesinos y les preguntan:
-¿Cuándo piensa atacarnos la guerrilla?
La respuesta es siempre la misma:
-Quién sabe. Nosotros no somos guerrilleros.
Los militares sacan sus cuchillos y arrancan trozos de la piel en piernas y brazos hasta dejar al descubierto los huesos. Luego prenden una antorcha y empiezan a quemar lentamente los huesos.
Entonces los torturados comienzan a pedir un último favor:
-¡Mátennos! ¡Mátennos!
***
Juana Orozco es una niña de nueve años. Era habitante de Ixtahuacán Chiquito. Nunca aprendió a caminar. Durante una matanza perdió a sus padres. A ella la dejaron viva los soldados pero le amputaron las piernas. Su imagen sonriente ha aparecido en la televisión alemana.
LA DESGRACIA GUATEMALTECA
En Guatemala la violencia contra los indios es vieja y se ha ejercido principalmente desde el Poder.
Pero ellos resisten.
En 1871 gobernaba Guatemala el general Rufino Barrios. Al presidente Barrios lo agitaban dos grandes pasiones: Las mansiones elegantes y su odio por los indígenas.
Un día el presidente decidió tomar medidas drásticas y dio una orden fulminante: Todos los indios de Guatemala deberían usar smoking. Los que desobedecieran serían fusilados.
El presidente salía a las calles y personalmente ejecutaba a los indios que se resistían a cumplir sus órdenes.
Al General Barrios se debió la creación de un decreto en favor de la esclavitud: la Ley de Vagancia promulgada en 1880. Cualquier soldado podía capturar a un indio que fuera caminando y llevarlo a trabajar sin salario a las grandes plantaciones de café.
En Guatemala la oligarquía aplaudía las medidas del presidente Barrios y lo llamaba el Gran Renovador.
Para 1931 el país era dirigido por el general José Ubico. El presidente Ubico era aficionado a la caza. Solía disparar contra los indios que encontraba en el camino. Los que sobrevivían eran encerrados en jaulas y exhibidos en el zoológico La Aurora de Guatemala.
Un día el presidente dio cátedra en el arte de gobernar. Dijo:
-Hay que mantener hambrientos a los indios. Así se ocupan luchando por el pan y no tienen tiempo de luchar contra el gobierno. Los indios son la más grande desgracia guatemalteca.
El general Ubico odiaba a los indios pero también a los obreros. Mandó fusilar al líder de los trabajadores Pablo Wainwrigth y expidió un decreto mediante el cual se prohibía usar en Guatemala la palabra obrero.
Las desiciones políticas del Presidente Ubico entusiasmaban a la oligarquía local. A él lo llamaron La Esperanza.
En 1954 Guatemala era mandada por el coronel Carlos Castillo Armas. El Coronel había llegado al Poder gracias a un golpe de Estado y dirigía los destinos de la república en el nombre de Dios.
Durante su gobierno murieron miles de indios.
Católico y devoto, el presidente Armas puso de moda una nueva forma de liquidar a sus enemigos: las crucifixiones. A los indios se les cortaban las manos y éstas se clavaban en unas toscas cruces de madera. Los crucifijos eran mostrados al pueblo en las plazas públicas.
La iglesia católica guatemalteca callaba.
En 1957 el coronel Castillo Armas recibió un homenaje en los Estados Unidos: la Columbia University le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa por su lucha en favor de la democracia.
La oligarquía guatemalteca aplaudió conmovida.
En 1982 surgieron en Guatemala organizaciones para la defensa de la integridad indígena: las Comunidades de Pueblos en Resistencia (CPR).
Los indios organizados eran una novedad en centroamérica.
LOS PEQUEÑOS ESTADOS
"Las Comunidades de Pueblos en Resistencia surgieron como población ambulante en el año de 1982 -dice Miguel Raymundo en la aldea de Santiaguito, en plena Selva del Ixcán.
"Las CPR son aldeas localizadas en la Sierra y en el Ixcán a las que no entra el ejército ni la policía ni alguna otra autoridad guatemalteca. Aquí tenemos nuestra propia forma de gobierno.
"Por esta razón nuestros enemigos dicen que hemos formado un Estado dentro del Estado. No es cierto. Después de las matanzas de los años ochentas nuestra única forma de sobrevivir era formando las Comunidades de Pueblos en Resistencia.
"Las aldeas de la selva casi desaparecieron durante la política de Tierra Arrasada que puso en marcha el ejército. Algunos pobladores pudimos huir a México. Gracias a eso todavía tenemos vida para contarle al mundo lo que hemos sufrido.
"En 1960 la Selva del Ixcán estaba despoblada. Nuestros abuelos y nuestros padres se vinieron a vivir a la selva porque no encontraban tierras para cultivar en Guatemala.
"En 1960 también surgió la guerrilla y nuestros antepasados comenzaron a ser perseguidos por el ejército. Muchos indios de la selva anduvieron huyendo cerca de doce años. No podían ir a ningún lado porque los mataban los militares.
"Ahora contamos con la ayuda de las Naciones Unidas y de los acompañantes internacionales. Los acompañantes internacionales son miembros de Organizaciones No Gubernamentales que viven con nosotros en nuestras aldeas. Ellos son como testigos, como vigilantes de nuestra seguridad. Su presencia garantiza ante el mundo que el ejército ya no va a entrar a matarnos.
"En Santiaguito, donde yo vivo, tenemos la compañía de cuatro vascos que vinieron de España a servir a las CPR. Trabajan con nosotros y nos enseñan a leer. También han venido a vivir con nosotros acompañantes noruegos, gringos y de otras naciones del mundo. Ya no estamos solos.
"Las Comunidades de Pueblos en Resistencia de la Selva del Ixcán tienen poco contacto con el resto de Guatemala. La selva es dura y sólo se puede entrar caminando y, en algunos lugares, a caballo. Nuestros enemigos dicen que las CPR son campamentos de la guerrilla. Dicen que aquí curamos heridos en combate. Dicen también que en nuestras aldeas entrenan los guerrilleros...
"Nada de eso es verdad. Con esas mentiras justificó el ejército las torturas y asesinatos que cometió contra nosotros. A veces los guerrilleros llegan a nuestras aldeas pero se siguen de largo. La propia guerrilla lo sabe: si se quedan en nuestros pueblos los Kaibiles tendrán pretexto para volver a masacrarnos. Por eso la guerrilla tiene sus propios escondites en la selva.
"Tú mismo, como mexicano, fuiste testigo de los bombazos que se oyeron anoche. La guerrilla estaba peleando contra los soldados. Pero peleaban lejos de aquí. Peleaban adentro de la selva, como a media hora de aquí, ¿verdad?
"La guerrilla nunca nos ha molestado. Pero nosotros quedamos entre dos fuegos: el de los soldados y el de los guerrilleros. Los indios hemos aprendido a cavar zanjas en nuestras viviendas para protegernos de las bombas. Dicen que ya hay pláticas de paz pero por las noches siguen peleando. Tú eres testigo de eso.
"Muchos de nosotros, los que ahora vivimos en las CPR, estuvimos refugiados en Chiapas. Allá nos obligó a ir el ejército de Guatemala. Tuvimos que abandonar nuestras tierras. No había salida: o la tierra o la vida. Y aunque queremos mucho la tierra también queremos mucho la vida..."
LAS MAQUINAS DE MATAR
El militar resopla. Mira su botas y expande el tórax. El cuello enorme parece el de un caballo.
Entonces dice:
-Los Kaibiles no somos asesinos. Servimos a la seguridad del Estado guatemalteco.
-¿Sin límite, teniente?
-Para salvar a la patria no hay límite. Guatemala está en pie gracias a sus fuerzas armadas.
Y el instructor de Kaibiles en la escuela de Poptún, Guatemala, dirige los ojos adormecidos hacia las montañas.
-Allá están los enemigos de mi patria. Ahí se esconden. Esa selva es la cuna de la guerrilla.
El Kaibil da un paso adelante y cuenta:
-En la escuela de Poptún se forman los hombres que han hecho de Guatemala un verdadero país: los Kaibiles.
El teniente es hombre de pocas palabras. Experto en defensa personal y en supervivencia en la selva, afirma:
-La escuela de Kaibiles es un orgullo nacional. Ahí llegan a estudiar Rangers de Texas y Carabineros de Chile. También tenemos estudiantes enviados por el ejército de México. No todos se gradúan. Pocos alcanzan los puntos que se necesitan para ser un Kaibil.
Graduado con honores y especialista en Inteligencia Militar, el teniente explica:
-Para que alguien pueda sobrevivir en la selva es necesario aprender a alimentarse con lo que ella ofrece...
-¿Serpientes, por ejemplo?
-Sí. No todas las serpientes que hay en la selva son venenosas. Nosotros aprendemos a conocerlas. Cuando un Kaibil mira a una culebra venenosa saca su cuchillo y le extrae el veneno. Las víboras llevan el veneno aquí, en la parte de abajo. Nosotros las abrimos, las limpiamos y nos las comemos.
-¿Crudas, teniente?
-Sí. Un buen Kaibil puede devorar a una culebra en tres minutos y estar listo para defenderse de un ataque guerrillero sin más armas que un cuchillo.
-¿Ha comido carne humana, teniente?
El hombre sonríe. Conoce las leyendas que circulan en Guatemala acerca de los Kaibiles. No se sorprende.
Y aclara:
-Se cuenta que los Kaibiles comemos carne humana. Si no tenemos necesidad de hacerlo no lo hacemos. Pero estamos preparados para ello. Si podemos devorar una serpiente venenosa... ¿usted cree que no podríamos devorar a un ser humano?
Una risa franca hace abrir la boca del Kaibil. Enseña los dientes y el reportero retrocede instintivamente.
Dice el teniente:
-Pelear contra la guerrilla es un asunto muy serio. Ellos son hombres duros. Sus cuadros de mando están bien entrenados. Son maquinas de matar.
-¿Cómo ustedes?
-Sí. Como nosotros. La guerrilla y el ejército tenemos una lucha a muerte. Ganará el mejor.
Entre los Kaibiles hay grupos selectos. Los mejores han sido comisionados para la lucha antiguerrillera.
El teniente es uno de ellos. Y revela:
-Parte del entrenamiento Kaibil consiste en pasar dos días sin dormir en un río con el agua hasta el cuello. Nuestra única arma es el cuchillo. Durante ese tiempo casi no movemos los músculos. Nada más estamos a la espectativa...
-¿Cuánto tiempo emplea un Kaibil en liquidar a un oponente?
-Acabar con un enemigo le toma a un Kaibil selecto un minuto. En ese tiempo el enemigo es abierto en canal del cuello hasta el ombligo. En ese mismo lapso se le vacían los intestinos y se le saca el corazón. Así.
Los dedos del teniente son una garra abierta. La barbilla tiembla...
Y el Kaibil, satisfecho, ilustra al reportero:
-Recuerde que uno de los lemas que los Kaibiles usamos dice así: ¡Bienvenidos al infierno!
LOS HEROES DE CHIAPAS
-¿Y Chiapas, teniente? ¿Qué papel ha jugado en la guerrilla guatemalteca?
-México y en especial el Estado de Chiapas han sido vitales para el desenvolvimiento de la guerrilla guatemalteca. México por el cobijo que le ha dado a la guerrilla. Y Chiapas por la ayuda práctica que otorgaba a los combatientes... Sobre todo la ayuda que recibían de un personaje de gran prestigio en su país: el obispo Samuel Ruiz.
-¿Por qué?
-A partir de 1987 detectamos los vuelos que hacía Samuel Ruiz en una avioneta a la línea fronteriza. El obispo recogía heridos y los llevaba a un área de descanso para guerrilleros guatemaltecos que tenía en San Cristóbal de las Casas. También les llevaba víveres. El y su hermano fueron de mucha utilidad para la guerrilla guatemalteca.
-¿Estaba implicado el obispo en la lucha guerrillera de Guatemala?
-No lo creo. Pienso que Samuel Ruiz ayudaba a los guerrilleros por caridad. Pero para nosotros el obispo estaba ayudando a los enemigos del Estado guatemalteco. Se lo informamos a las autoridades mexicanas y nunca hicieron nada.
El teniente bosteza. Hablar del pasado le fastidia. Cuenta:
-Cuando el gobierno guatemalteco decidió iniciar pláticas con la guerrilla de mi país no se dirigió a los comandantes sino al obispo Ruiz. El fue el conducto para que comenzáramos a dialogar.
-¿El?
-Sí. El propició los primeros acercamientos entre Guatemala y su guerrilla. Para mucha gente de Chiapas el obispo es un héroe. Para nosotros no.
-¿Y ahora, teniente? ¿Qué salida va a dar el gobierno de Guatemala a la guerrilla?
-Sólo queda la política. Como en la anécdota que usted me contó.
-¿La anécdota?
-Sí, sí...
Entonces el reportero recuerda: el cinco de enero de 1994 el general Miguel Angel Godínez Bravo viajó a la base militar de Playa Grande, en el departamento del Quiché.
Ahí lo esperaba el jefe del Estado Mayor del Ejército guatemalteco, el general José Luis Quilo Ayuso. Humilde, Godínez preguntó:
-¿Qué debemos hacer en Chiapas, mi general?
Y el general Quilo respondió veloz:
-Política, general. Nada más.
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